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Humanismo en la época digital

Desde que el humano es humano, y desde que tenemos la capacidad de pensar y razonar, la humanidad siempre ha buscado mejorar y superar sus limitaciones naturales y los desafíos que se anteponían al progreso; adaptarse, crecer y evolucionar ha sido la tendencia de nuestra especie y de una buena parte de las que conviven y comparten el planeta con nosotros.

Desde los albores de la civilización, hemos inventado herramientas y tecnologías que nos permiten hacer más, ir más lejos y alcanzar objetivos que antes parecían imposibles.

Con la llegada de la tecnología digital y la inteligencia artificial, nuestra capacidad de superar las limitaciones humanas parece estar acelerándose. Sin embargo, estas nuevas tecnologías también plantean desafíos éticos y morales que se deben discutir si queremos aprovechar sus beneficios de manera responsable.

En estos momentos, es más necesario que nunca habitar el límite en el que la condición humana se dirime entre presiones digitales y analógicas es la forma más humana de vivir. En este límite es donde se juega el futuro de la humanidad.

Este nuevo tiempo necesita al humanista del siglo XXI, que sin aspirar a ser un héroe, si que debe tener el coraje de defender los valores de la dignidad, la libertad, la justicia y la bondad en un contexto tecnológico, asumiendo el costo del constante tráfico fronterizo entre lo digital y lo analógico. Debe contribuir desde dentro a la reordenación de su condición digital. Sólo las personas que sitúan al hombre en el centro del interés y desvelos de toda la Humanidad, y no a la tecnología y sus promesas, pueden enfrentarse con garantías a los riesgos de la digitalidad. Sólo  se pueden abordar los límites de nuestra realidad desde el conocimiento antropológico de los mismos. Al nuevo humanista se le debe exigir la construcción de una nueva ética de la complejidad que conjugue la capacidad de separar y restringir con la habilidad de sintetizar y discriminar. Sobre todo debe ser una ética de la humanidad para reafirmar la condición humana en territorios de frontera. La ética de la complejidad en el límite entre lo digital y lo analógico es la ética por desarrollar para definir la condición digital en términos humanos. Una ética individual de los límites digitales es necesaria pero insuficiente. Merecemos una empresa común en el que se respete la inviolabilidad de la dignidad humana.

El humanismo en la época digital debe proponer el derecho a que las personas no nos convirtamos en seres-datos, en los que los productos de la nueva revolución tecnológica de la Inteligencia Artificial seamos los hombres, cuando sólo debemos ser sus beneficiarios. No podemos convertirnos en las victimas de las plataformas digitales, y organizar nuestra vida en torno a los dispositivo electrónicos que procuran hacer de lo digital lo único real.

La idea fundamental de esta nueva ética de lo complejo en la época digital es la de que nosotros, cada uno de nosotros, somos los límites. Lo real es lo humano, no sólo la vertiente digital de su existencia, y por tanto, el humanismo en la época digital no es otra cosa que un cortafuegos antropológico al hombre sin alma que el transhumanismo tecnológico quiere engendrar.

 

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